Maquillado

Escondido en mi disimulo –como si hubiera pasado por este mal trago toda la vida-, caminaba atónito en dirección de ese boquete donde me habían metido –y me había dejado meter. Comenzaba a asustarme porque a esas alturas no tenía claro si me habían invitado para hablar de economía y política, o si se trataba de una toma falsa, o quizás, fuera un reality-show.
Instantes más tarde, ya estaba en el plató de uno de los programas más vistos (Cabildeo), y con una de las periodistas más conocidas (Amalia Pando). Ya habían pasado dos invitados: Roberto Aguilar (vicepresidente de la Asamblea Constituyente), y el director del Teatro de los Andes (muy recomendable). El tercero era mi turno. Mientras ponían algunos anuncios, la presentadora-directora (la mismísima Amalia Pando) me preguntaba si yo era el invitado. Digo que si. Ella comenta algo sobre mi juventud y mi informalidad –ni el maquillaje pudo hacerme más viejo ni más formal. Mis nervios se iban desmelenando. Imagino que si hubiera llevado rimel se me hubiera corrido. Era ya el momento de entrar. Luces, cámaras y acción.