¿Le emplasticamos, señor? Elecciones en Ecuador
Asistir a unas elecciones siempre es algo interesante. Y si lo haces alejado de la hipócritamente democratizada Europa, mucho más. En Ecuador, este domingo pasado -26 de Abril del 2009- tuvieron lugar las elecciones a presidente y vicepresidente, asambleistas, alcaldes y concejales y prefectos. Los resultados fueron los esperados en cuanto al presidente; parece que ganó Correa y su Revolución Ciudadana. Pero para un análisis más frívolo, mejor pueden leerme en Público.
Ahora vayamos a lo serio. Las elecciones en Ecuador tienen su gracia. De las cosas más divertida era ver los spots publicitarios. Todos bajo presupuesto público. Una prueba de cuán justo puede llegar a ser este tipo de elecciones. Mucho más que en España (donde hay capacidad privada de publicitar a la campaña) ó en Estados Unidos (donde se han recolectado cifras multimillonarias para la campaña). Recuérdese que quien contribuye a la campaña no lo hace gratis.
Con relación a los anuncios, ¡había cada cosa! De todos, me quedo con el del eterno candidato –multimillonario bananero-, Noboa, preguntando agresivamente al presidente, ¿de qué te ríes Correa? No tiene desperdicio. Y Correa, como no podía ser de otra manera, se acordó de él cuando se estaba riendo por haber ganado las elecciones.
Además de la publicidad, otro aspecto muy llamativo es el forzoso absentismo alcohólico, o por lo menos, de puertas para fuera. La Ley Seca se establece en Ecuador durante 72 horas en época de contienda electoral. Se prohíbe beber bebidas alcohólicas, ni en bares, ni en restaurantes, y tampoco se pueden comprar en ninguna parte.
Lo mejor viene el mismo día de las elecciones cuando paseas de colegio en colegio, más aún cuando se tiene la suerte de ir acompañado de un presidenciable que no quiso serlo. Había ambiente para votar, lo cuál es obligatorio acá; si no votas, multa de 50 dólares. Además, también votaban por primera vez los jóvenes entre 16 y 18 años. Aunque votar no era nada fácil. Había que rellenar 6 papeletas que correspondía a: 1) presidente y vicepresidente, 2) asambleistas nacionales, 3) asambleistas provinciales, 4) prefectos, 5) alcaldes y 6) concejales. También hay asambleistas representantes de los migrantes, muchos en España. Podías votar en plancha (todos del mismo equipo), o votar cruzado (votar a quién quiera, del partido que fuera, en el orden que se desee). Esta opción resultado muy democrática por la libertad de elección. Cosa que sería bien complejo en España; ni puedes votar de un lado y de otro, y mucho menos alterar el orden que impone la maquinaria “dinosáurica” del partido.
Claro está que eso tiene su coste en tiempo; la lentitud en dar los resultados es ya exagerada. Cinco días después, solo hay escrutado el 77% de la votación para presidente y vicepresidente, y poco se sabe de quienes serán los asambleistas. Hecho que hace que todos se echen encima del Consejo Nacional Electoral, especialmente, la derecha y su representante máximo, el ex presidente –ex golpista y ex fugado, Lucio Gutierrez, quien lleva unos días con cantos de sirena sobre el posible –pero infundando- fraude electoral. Vieja estrategia que procura sembrar la duda en los resultados electorales cuando no se ha ganado. Lo peor es que no juega sólo; está acompañado de la mayoría de los medios de comunicación.
Volviendo al día electoral; hay algo más que contar. Para votar, hay que dividirse en mesas. Eso podría ser usual. Sin embargo, no es tan normal ver como los hombres deben votar en una mesa y las mujeres en otra.
Por último, hay una señal inequívoca para saber que estás próximo a un colegio electoral si estás algo despistado. Se trata de los “emplasticadores”, quienes se dedican a plastificar el comprobante de voto, que luego será usado para infinitas gestiones. ¿Le emplasticamos, señor? Esa es la pregunta más recurrente que se escucha en los aledaños de cualquier centro de voto, con la única intención de captar al cliente, es decir, al votante.
Con relación a los anuncios, ¡había cada cosa! De todos, me quedo con el del eterno candidato –multimillonario bananero-, Noboa, preguntando agresivamente al presidente, ¿de qué te ríes Correa? No tiene desperdicio. Y Correa, como no podía ser de otra manera, se acordó de él cuando se estaba riendo por haber ganado las elecciones.
Además de la publicidad, otro aspecto muy llamativo es el forzoso absentismo alcohólico, o por lo menos, de puertas para fuera. La Ley Seca se establece en Ecuador durante 72 horas en época de contienda electoral. Se prohíbe beber bebidas alcohólicas, ni en bares, ni en restaurantes, y tampoco se pueden comprar en ninguna parte.
Lo mejor viene el mismo día de las elecciones cuando paseas de colegio en colegio, más aún cuando se tiene la suerte de ir acompañado de un presidenciable que no quiso serlo. Había ambiente para votar, lo cuál es obligatorio acá; si no votas, multa de 50 dólares. Además, también votaban por primera vez los jóvenes entre 16 y 18 años. Aunque votar no era nada fácil. Había que rellenar 6 papeletas que correspondía a: 1) presidente y vicepresidente, 2) asambleistas nacionales, 3) asambleistas provinciales, 4) prefectos, 5) alcaldes y 6) concejales. También hay asambleistas representantes de los migrantes, muchos en España. Podías votar en plancha (todos del mismo equipo), o votar cruzado (votar a quién quiera, del partido que fuera, en el orden que se desee). Esta opción resultado muy democrática por la libertad de elección. Cosa que sería bien complejo en España; ni puedes votar de un lado y de otro, y mucho menos alterar el orden que impone la maquinaria “dinosáurica” del partido.
Claro está que eso tiene su coste en tiempo; la lentitud en dar los resultados es ya exagerada. Cinco días después, solo hay escrutado el 77% de la votación para presidente y vicepresidente, y poco se sabe de quienes serán los asambleistas. Hecho que hace que todos se echen encima del Consejo Nacional Electoral, especialmente, la derecha y su representante máximo, el ex presidente –ex golpista y ex fugado, Lucio Gutierrez, quien lleva unos días con cantos de sirena sobre el posible –pero infundando- fraude electoral. Vieja estrategia que procura sembrar la duda en los resultados electorales cuando no se ha ganado. Lo peor es que no juega sólo; está acompañado de la mayoría de los medios de comunicación.
Volviendo al día electoral; hay algo más que contar. Para votar, hay que dividirse en mesas. Eso podría ser usual. Sin embargo, no es tan normal ver como los hombres deben votar en una mesa y las mujeres en otra.
Por último, hay una señal inequívoca para saber que estás próximo a un colegio electoral si estás algo despistado. Se trata de los “emplasticadores”, quienes se dedican a plastificar el comprobante de voto, que luego será usado para infinitas gestiones. ¿Le emplasticamos, señor? Esa es la pregunta más recurrente que se escucha en los aledaños de cualquier centro de voto, con la única intención de captar al cliente, es decir, al votante.