03 enero 2008

La guerra del Agua

Uno de los temas que alteran la cotidianidad es la falta de agua en Man, en la región de las 18 Montañas, precisamente en una de las zonas donde más llueve en Costa de Marfil. Esta falta de agua va por épocas. Cuando llegué, había agua un par de horas cada noche. Luego hubo tres o cuatro días con agua casi ininterrumpidamente. Después vinieron las vacas flacas. Una semana, 24 horas por 7 días, sin una gota de agua. Los grifos estaban de adornos. Entonces, todo el ingenio resulta escaso para un adecuado plan de choque. Los cubos de agua y los bidones son piezas claves. Kevin juega un papel crucial en esta lucha por el agua. Ella se encarga de repartir el agua por todos los baldes que hay distribuidos en las zonas importantes de la casa: cocina y baño. No sé cómo lo hace pero con estas restricciones, pudo limpiar la casa, cocinar, fregar platos y lavar la ropa. Mejor no pienso como lo hizo. Debo reconocer que el otro día me sorprendió gratamente el ingenio de su infraestructura para aprovechar la posible agua que podría venir en horas nocturnas. El agua llegó tipo 4 de la madrugada. Tocó “Operación despierta” en esta guerra del agua -y no es la de Bolivia sino la de Man. En el patio, Kevin había preparado una formidable instalación hidráulica. 3 cubos debajo de un grifo, de tal manera que el agua rebasada de un cubo lleno cayera sobre otro cubo, y así sobre el tercero. Tres cubos del tirón sin mover un dedo.
Otra opción de tener agua es sencillamente pagándola. Kevin ya tiene sus contactos, y te pueden conseguir tres bidones por algo menos de un euro. Otra alternativa es utilizar el agua de Naciones Unidas, quien me lo iba a decir. En su base, hay agua potabilizada por unos bangladeshis –cascos azules- que supuestamente garantiza que se pueda beber sin que te pase nada. Por ahora todo bien, no ha habido efectos, tocaremos madera.
Debo confesar que el otro día yo tampoco estuve nada mal en este batallar acuático, valga la modestia. Empleé todo mi no-saber de campo -que nunca heredé de mi abuelo paterno. Veía venir que se venía la lluvia encima, y apresuradamente, como hombre de campo, saqué todos los cubos al aire libre. Dicho y hecho. Ese día nos duchamos con bienvenida agua de lluvia.
Quién me ha visto y quién me ve? Más sabe un necesitado que un abogado, ¿no, papa?

1 Comments:

Blogger Sandrinista said...

Esta bien retrata la guerra (cotidiana) del agua en las 18 Montañas. Increible lo que uno puede hacer con un cubo de agua! Estan pendientes mas posts!!!
Besitos,
Sandra

7:16 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home

website stats