26 noviembre 2007

¿Pedirá Yamoussoukro la capitalía plena en detrimento de Abidjan?

Una de las cosas más sorprendentes al llegar –y después que te dejen pasar - a Abidjan es su aire cosmopolita de grande urbe con sus 3 o 4 millones de habitantes. Muy occidentalizada, mucha presencia de su pasado francés, con negros para dar y regalar, con rascacielos, con muchos coches de primer nivel, con supermercados donde puedes encontrar el mejor vino y queso de Francia, o hasta chorizo español,… Esta ciudad es considerada la capital económica y comercial de Costa de Marfil. Cuenta con salida al mar vía lagunas, tiene un apreciable aeropuerto internacional, cines, restaurantes para todos los gustos, hoteles tan caros como en Europa,… Fue y sigue siendo –a pesar de la guerra- un referente de desarrollo económico en Africa. Sin embargo, toda esa aparente prosperidad se entremezcla con señales de este mundo. Todo parece –y lo es- caótico. Conducir debe ser deporte de alto riesgo. Se ve la miseria al costado de cualquier ruta. La basura a veces se amontona en cualquier esquina. El calor es más caluroso que en cualquier otro lugar. La naturaleza en forma de lagunas y una frondosa vegetación invade la ciudad. La lluvia arrecia sin término medio sin que muchos niños sepan como zafarse de ella. El paisaje es pintoresco, agradable e inquietante. Mi retina todavía guarda esos maravillosos y nerviosos primeros momentos.
Salir de Abidjan hacia el interior del país ya es otra cosa. Los edificios brillan por su ausencia, salvo hasta llegar a Yamoussoukro, capital de Costa de Marfil porque fue el pueblo donde nació el primer presidente de Costa de Marfil, Felix Houphout-Boigny. Esto sería lo mismo que si yo fuera presidente, y proclamo a La Línea de la Concepción como capital del Estado Español. Té cojons aixo (en catalán: tiene cojones esto). Pues si, en medio del culo de Africa, en medio de la nada, casi a mitad de camino entre Abidjan y Man, aparece el hotel Presidente en esa Brasilia africana, con no sé cuantos pisos. El hotel Presidente -en honor de su propio ego- presentaba un tufillo a lujo de los años 70s que no podía con él. Una ostentación decadente. Decoración desfasada. Un escenario para música del sábado noche, piscina, restaurantes arriba, abajo y en medio, un café de maquina más que aceptable y una vista alucinante a toda esta Africa verde y negra, y de otros tantos colores. Hasta tenía conexión inalámbrica a Internet. Esta capital surrealista, Yamoussoukro, agasaja extrañamente con una de las basílicas más majestuosas de toda África y con unas amplias avenidas asfaltadas, desproporcionadas para el escaso tráfico del lugar que casi no hay.
Abidjan y Yamoussoukro, la una con la otra, nada que ver. Una, la capital. La otra, un capricho. ¿Pedirá Yamoussoukro la capitalía plena o el traspaso de todos los poderes –ejecutivo, legislativo y judicial- como sucede en Bolivia con Sucre? Espero que no, aunque las avenidas ya están preparadas para ello, y para mucho más.

1 Comments:

Blogger Unknown said...

Hola,te invito a visitar www.nomadeando.com,creo que podria parecerte una buena idea colaborar con los chicos que la montaron,dado que llegsteis a construir esa palabra tan bonita por vias diferentes,pero con una idea,en mi opinion,muy proxima de lo que es nomadear...
un abrazo,
thorcido.

2:44 a. m.  

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