11 junio 2007

El otro Evo


Puede que tenga unos siete añitos, aunque su cara parecía llevar vivido algún añito de mas. Con un inusual desparpajo para un niño boliviano de esas edad, se acercó a nosotros cuando tomábamos un jugo el jueves feriado de Corpus Christi. Por mucha religión que celebremos, los niños siguen en la calle vendiendo lo que pueden. Llevaba una bolsa de caramelos verdes, con una camisa verde, a juego, de cualquier equipo irreconocible, y una gorra de su tio también verde que publicitaba algún programa de alfabetización. Con mucho respeto, timidez y algo de picardía, fue conquistándonos de manera muy natural y poco forzada. Acabo cumpliendo su objetivo, y nos vendió un peso (10 céntimos de euro) por cinco caramelos verdes que decía ser de menta. Se sentó a nuestro lado, y seguimos hablando con el niño de verde. En un momento, dijo: “me duele la barriga”, y sin dudar si era verdad o mentira, realidad o cuento, le invitamos a una ensalada de fruta que se la comió a medias con la cuchara y los dedos. Solo interrumpió su ensalada para vender a otros clientes que buscaban su juguito. Le preguntamos como iba la venta, y nos sacó con orgullo toda la plata recolectada de su bolsillo. Serían unos once pesos. ¿Se la darás a tu mamá? “Claro, para que se compre vestidos y zapatos”, nos contestó. Ante tanta intimidad, le preguntamos por su nombre, y como si no pasara nada, nos dijo: “Evo”. Lo que son las cosas, no pudimos dejar de disimular la sorpresa. Una precoz asociación de ideas nos hizo pensar en el presidente. El Evo-niño seguía degustando su mezcla de frutas, ó simplemente injería sin placer los plátanos troceados, los pedacitos de papaya, algo de manzana y el yogur que los aliñaba. Mi cabeza se detuvo en ese nombre, Evo. No podía de dejar de relacionar el nombre del niño con el nombre del presidente. ¿Sabría el niño por qué le llamaron Evo? ¿sabría el Evo-niño todo lo que significaba el Evo-presidente tanto en Bolivia como en el extranjero? ¿Le habrían puesto ese nombre al niño por propio gusto o por el presidente? No resultaba fácil responder a tanta pregunta, y menos, porque no tenia la menor intención de interrogar al Evo-niño. Un mismo nombre para dos vidas tan diferentes. Esas dos caras de una misma moneda ilustraban sigilosamente la paradoja de un Evo que quiere que no haya mas “niños-evos”, pero siguen deambulando por las calles en busca de un pesito. No lo tiene nada fácil el Evo-presidente porque todavía hay demasiados “Evos-niños” que están donde no tienen que estar. Muchos “Evos-niños” que trabajan en horas de escuela. La revolución democrática y cultural tiene un enorme desafió por delante. Está claro que a la derecha le importa tres pepinos si hay “evos-niños” por las calles vendiendo, pidiendo, desnutriéndose y analfabetizándose. Nunca le importó y no será ahora porque esté en la oposición. El Evo-presidente fue hace años uno de esos Evos-niños, y hará todo lo posible para terminar con esto. Ojalá pueda.
website stats